Whisky japonés
La producción de whisky en Japón a nivel industrial comenzó en 1923, con la apertura de la destilería Yamazaki, actualmente propiedad de Suntory, por parte de Shinjiro Torii, quien aprovechó las competencias adquiridas en Escocia del primer destilador, Masataka Taketsuru. Los caminos de los dos padres del whisky japonés se separaron en 1934, cuando Taketsuru fundó la destilería Yoichi en la isla de Hokkaido, donde creía haber encontrado condiciones similares a las de Escocia. Así dio vida a la legendaria Nikka, que en 1969 abriría la segunda destilería, Miyagikyo. El whisky japonés debe su extraordinaria calidad no solo a la pureza de los cauces de agua y al clima del país, que favorece el envejecimiento, sino sobre todo a la maníaca atención al detalle, que lo convierte en casi un producto artesanal. A pesar del creciente interés en los Single Malt, se produce principalmente como blended, a partir de maltas y granos provenientes de destilerías de propiedad del mismo grupo, con un estilo claramente enfocado en la suavidad.